Do you remember a time as
a kid when you went to stay overnight with a friend, but everything seemed to
go wrong or maybe you got overly tired...and finally you cried, "I just
want to go HOME!"
I had a day like that not
long ago. The difficulties and disappointments of this "journey"
overwhelmed me. I collapsed in tears before my Heavenly Father, crying, "I
just want to go Home!"
It's a comfort to know
that the Apostle Paul also had days like this. He wrote,
"...we have a
building from God, an eternal house in heaven, not built by human hands.
Meanwhile we groan, longing to be clothed with our heavenly dwelling." -2
Corinthians 5:1-2
It's okay to groan, to
cry, to long for our true Home. God understands. He made us for our heavenly
Home (2 Cor. 5:5).
But as long as we are
here, away from Home, we have a purpose (Eph. 2:10). Our Home is already
prepared for us, but now is our opportunity to store up treasure there -
treasure that will last for eternity (Matt. 6:20, 1 Cor. 3:12).
At times on this earth we
may cry, we may groan. But we know that persevering, enduring, and pressing on
through every painful, awful moment will be worth it - when we finally arrive
at our glorious eternal HOME!
"For our light and
momentary troubles are achieving for us an eternal glory that far outweighs
them all."
-2 Corinthians 4:17
A Casa
Recuerdas haber ido
alguna vez, cuando niño, a quedarte una noche donde un amigo, pero todo pareció
ir mal o quizá te sentiste demasiado cansado y. . . finalmente gritaste: “¡Sólo
quiero irme a casa!”
Tuve un día así hace
poco. Las dificultades y desilusiones de este “viaje” me abrumaron. Me desplomé
en lágrimas delante de mi Padre Celestial, gritando: “¡Sólo quiero irme a casa!”
Es un consuelo saber
que el Apóstol Pablo también tuvo días como éste. Él escribió:
“. . . tenemos de
Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por eso
también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación
celestial.” -2 Corintios 5:1-2.
Está bien, gemir,
llorar, desear nuestro verdadero hogar. Dios entiende. Él nos hizo para nuestro
hogar celestial (2Co. 5:5).
Pero mientras estemos
aquí, lejos de casa, tenemos un propósito (Ef. 2:10). Nuestra Casa ya está
preparada para nosotros, pero ahora es nuestra oportunidad para guardar tesoros
allá arriba – tesoros que durarán por la eternidad (Mat. 6:20, 1 Co. 3:12).
A veces, en esta
tierra podemos llorar, gemir. Pero sabemos que perseverando, soportando,
avanzando en medio de cada momento doloroso, terrible, valdrá la pena – cuando
finalmente lleguemos a nuestra gloriosa ¡CASA eterna!
“Porque esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno
peso de gloria;”
-2 Corintios 4:17
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