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Wednesday, November 5, 2014

Listen (Escucha)


Will you try something with me? For the next five seconds, close your eyes and just listen. 


Ok, what did you hear? Did you last for 5 whole seconds? 

I heard the music on the radio, the fridge humming, and a chorus of noisy birds outside. I also found it hard to sit still and listen for 5 seconds. You too? 

Today we have more information available than ever before, yet somehow listening seems to be harder than ever before. I find myself too often trying to multi-task when listening to a sermon online or even while talking with friends. Instead of focusing on listening, I get distracted by other tasks or thoughts.

And yet, one of the things I value most in my relationships is when the other person truly listens to me. When they not only hear my words, but also hear my heart. That requires practice. It requires intentionality. It requires divine enabling.

God has been showing me that He wants listening to be a top priority for me, and that I can't do it apart from Him.

We know there is no intimacy in relationships without listening. Both parties must talk and must truly listen in order to communicate effectively. This is true in our relationships with people and in our relationship with God. 

Jesus said, 
Therefore consider carefully how you listen. –Luke 8:18a
He who has an ear, let him hear what the Spirit says to the churches. –Revelation 3:6

God values listening. 

If you’re like me, you probably find it easier to listen to other people than to listen to God. How can we listen to someone who doesn’t (usually) speak with an audible voice? 

Thankfully we have God’s Word, His written messages to us. When reading God’s Word we can “hear” Him speak to us. We also have the Holy Spirit living in us. He often “speaks” to us in intangible ways that we can’t explain. 

I think being a good listener also requires stillness and surrender. Even if we know God’s Word well, if we never stop to be quiet, we may miss what He’s trying to say to us. And if our hearts aren’t surrendered to God’s will, we may not hear because we don’t want to hear certain things.

Thankfully, the Holy Spirit also works in us to help us improve in listening both to God and to others. 


So let’s take an inventory – 
When talking with other people, are you an intentional listener?

When you ask God for wisdom or direction, do you take time to be still and listen for the answer? 

How often do you simply sit quietly and say, Speak Lord, for your servant is listening (1 Sam. 3:9-10)?

When was the last time you asked God to improve your listening skills?


I know my listening skills need improvement.

I truly desire deeper intimacy in my friendships and in my relationship with God. I've learned I need to be intentional about listening to God, by scheduling time to sit quietly and surrender my will to God’s. Then be still and wait, and see what He will say to me. I can tell you that when I practice this, I’m amazed at what God speaks to me! It’s usually nothing I expected to hear, but it's always so precious.

I want to listen well, and I pray God will make me a better listener. When I’m listening to a sermon, I often pray He’ll anoint my ears to hear what I need to hear. When conversing with a friend, I ask the Holy Spirit to help me focus and truly hear them. When I need counsel, I pray God will help me humbly listen to wise people. 

I believe that the practice of listening can impact every area of our lives. 

It astounds me that the Creator God of the universe actually listens to me! I know it’s not because of who I am but because of who He is. Listening is a natural quality of His divine character. Since listening does not come naturally for me, I look to God and pray He will keep working in me, empowering me to listen well.

Listen, my son, and be wise, and keep your heart on the right path. –Proverbs 23:19


Escucha

¿Intentarás algo conmigo? Durante los próximos cinco segundos, cierra tus ojos y solamente escucha.


Bien, ¿qué escuchaste? ¿Duraste cinco segundos completos?

Yo escuché la música en la radio, la nevera musitando y un coro de ruidosos pájaros afuera. También me pareció difícil sentarme quieta y escuchar durante cinco segundos. ¿A ti también?

Hoy en día tenemos disponible más información que nunca antes. Sin embargo, de alguna manera, escuchar parece ser más difícil que nunca antes. Muy frecuentemente me encuentro tratando de hacer varias cosas a la vez cuando estoy escuchando un sermón en línea o aún mientras hablo con amigos. En lugar de enfocarme en escuchar, me distraigo con otras tareas o pensamientos.

Y sin embargo, una de las cosas que más valoro en mis relaciones es cuando la otra persona me escucha verdaderamente. Cuando no solamente oye mi voz, sino que también oye mi corazón. Eso requiere práctica e intencionalidad. Requiere capacitación divina.

Dios me ha estado mostrando que quiere que escuchar sea una prioridad alta para mí y que no puedo hacerlo separada de Él.

Sabemos que no hay intimidad en las relaciones sin escuchar. Ambas partes tienen que hablar y tienen que verdaderamente escuchar para comunicarse eficazmente. Esto es cierto en nuestras relaciones con las personas y en nuestra relación con Dios.

Jesús dijo,
Por lo tanto, pongan mucha atención. –Lucas 8:18a
El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. –Apocalipsis 3:6

Dios valora escuchar.

Si eres como yo, probablemente te parezca más fácil escuchar a otras personas que escuchar a Dios. ¿Cómo podemos escuchar a alguien que (frecuentemente) no habla con voz audible?

Gracias a Dios, tenemos Su Palabra, Su mensaje escrito para nosotros. Cuando leemos la Palabra de Dios podemos “oírlo” hablándonos. También tenemos el Espíritu Santo viviendo en nosotros. A menudo, Él nos “habla” en maneras intangibles que no podemos explicar.

Creo que ser un buen oyente requiere también quietud y sumisión. Aunque conozcamos bien la Palabra de Dios, si nunca nos detenemos para estar quietos, podemos perder lo que Él está tratando de decirnos. Y si nuestro corazón no está sometido a la voluntad de Dios, puede que no oigamos porque no queremos oír ciertas cosas.

Gracias a Dios, el Espíritu Santo también obra en nosotros para ayudarnos a mejorar en escuchar tanto a Dios como a los demás.


Así que hagamos un inventario –
Cuando hablas con otras personas, ¿eres un oyente intencional?

Cuando oras pidiendo a Dios sabiduría o dirección, ¿tomas tiempo para estar quieto y escuchar la respuesta?

¿Con qué frecuencia simplemente te sientas calladamente y dices: Habla, Señor, que tu siervo escucha (1 Samuel 3:9-10)?

¿Cuándo fue la última vez que le pediste a Dios mejorar tus habilidades para escuchar?


Yo sé que mis habilidades para escuchar necesitan mejorar.

Verdaderamente deseo una intimidad más profunda con mis amistades y en mi relación con Dios. He aprendido que debo ser intencional acerca de escuchar a Dios, apartando tiempo para sentarme calladamente y someter mi voluntad a la de Dios. Luego, estar quieta y esperar para ver que me dirá Él. Puedo decirte que cuando practico esto, ¡me maravillo ante lo que Dios me dice! A menudo no es algo que esperaba escuchar, pero siempre es muy precioso.

Quiero escuchar bien y oro que Dios me haga un mejor oyente. Cuando estoy escuchando un sermón, con frecuencia oro que unja mis oídos para escuchar lo que necesito escuchar. Cuando converso con un amigo, pido al Espíritu Santo que me ayude a enfocar y verdaderamente escucharlo. Cuando necesito consejo, pido que Dios me ayude a escuchar humildemente a personas sabias.

Creo que la práctica de escuchar puede impactar cada área de nuestras vidas.

¡Me maravilla que el Dios Creador del universo en verdad me escucha! Sé que no es por quien yo soy sino por quien Él es. Escuchar es una cualidad natural de Su carácter divino. Como escuchar no viene naturalmente para mí, miro a Dios y oro que Él siga trabajando en mí, capacitándome para escuchar bien.

Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. – Pr. 23:19

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