Ok, I admit it. I can be stubborn. At least that's what some people call it. I call it having tenacity. :) I come by it naturally, from both sides of my family. Even my selfless, kind and gentle grandmother was tenacious in her own way.
But I believe it's not all bad. In fact I think it can be a good thing.
I wouldn't have made it through eleven years of chronic illness without tenacity.
My mom wouldn't have found the help she did for my health challenges without tenacity.
My friends wouldn't have kept praying for me for eleven years without tenacity.
Life can be so hard at times. That's when we need tenacity. We need to not quit, to not give up, to keep seeking answers, to keep praying when heaven seems silent, to keep believing what we know is true, to keep going in spite of every obstacle, To keep putting one foot in front of the other day by day.
Tenacity.
Being stubborn can be bad when we won't listen to advice or consider other options, when we keep pushing on a door God has closed, etc. That kind of stubbornness isn't helpful to us or others.
I think the difference between stubbornness and tenacity is whether or not we're submitting our will to God's.
Not long ago I was struggling and praying about something I really didn't want to give up on. I wanted to keep pushing for a solution. But I told God if He wanted me to leave it, I would. I submitted my will to Him and asked Him to show me if I should persevere with tenacity or let it go.
He let me know it was good to keep pushing for a solution. So I still am. And hopefully one will come soon. I know it's His grace that enables me to persevere with tenacity. It's His grace that enables you to persevere with tenacity.
One day all our needs will be met, all trials ended, all wrongs righted...when we see Jesus face to face. Until then we can thank Him for the gift of tenacity, something He knew we would need in this life. And we can thank Him for His holy tenacity that never, ever gives up on us.
God has said, "Never will I leave you; never will I forsake you." -Hebrews 13:5b
Tenacidad
Bueno, lo admito. Puedo ser terca. Por lo menos así es como algunos lo llaman. Yo lo llamo tenacidad. :) Lo obtuve naturalmente, de ambas partes de mi familia. Hasta mi desinteresada, amable y gentil abuelita fue tenaz a su propia manera.
Pero creo que no es del todo malo. De hecho, creo que puede ser algo bueno.
Yo no lo habría logrado en estos once años de enfermedad crónica sin tenacidad.
Mi mamá no habría encontrado la ayuda que encontró para mis desafíos de salud sin tenacidad.
Mis amigos no habrían seguido orando por mí durante once años sin tenacidad.
La vida puede ser muy dura a veces. Es entonces cuando necesitamos tenacidad. Necesitamos no abandonar, no desmayar, seguir buscando respuestas, seguir orando cuando el cielo parece estar silencioso, seguir creyendo lo que sabemos que es verdad, seguir avanzando a pesar de cada obstáculo, seguir poniendo un pie en frente del otro cada día.
Tenacidad
Ser tercos puede ser malo cuando no escuchamos consejo ni consideramos otras opciones, cuando seguimos tratando de abrir una puerta que Dios ha cerrado, etc. Esa clase de terquedad no es útil ni para nosotros ni para otros.
Creo que la diferencia entre terquedad y tenacidad es si sometemos o no nuestra voluntad a la de Dios.
No hace mucho tiempo estaba luchando y orando acerca de algo que en realidad no quería dejar. Quería seguir presionando por una solución. Pero le dije a Dios que si quería que lo dejara, lo haría. Sometí mi voluntad a Él y le pedí que me mostrara si debía perseverar con tenacidad u olvidarlo.
Él me hizo ver que era bueno seguir presionando por una solución. Así que aún lo estoy haciendo. Y tengo la esperanza de que vendrá pronto. Sé que es Su gracia la que me capacita para perseverar con tenacidad. Es Su gracia la que te capacita para perseverar con tenacidad.
Un día todas nuestras necesidades serán satisfechas, todas las pruebas terminarán, todos los males serán corregidos...cuando veamos a Jesús cara a cara. Hasta entonces podemos agradecerle por Su santa tenacidad que nunca, nunca nos abandona.
Dios ha dicho: "Nunca te dejaré; jamás te abandonaré." -He. 13:5b
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