It's a noisy process, and it takes energy and arm muscle to keep pounding over and over again. But the result was that the meat would be tenderized. Eventually my mom would say, "That's enough." Then she would take the meat, cover it in flour, and fry it. Frankly, I think I had the harder job. =) But once the meal was ready, the hard work was worth it as we ate the tender steak.
If you've ever cooked a meal like this, I'm sure you'd agree that the difficult process is worth the delicious result.
Sometimes in life it's hard to see or remember that the difficult process will be worth the result.
For many months it felt like God had me in a process of what I'd call "tender-izing." Sometimes I felt like that piece of steak - with those little knobs on the steak hammer pounding here, there, and everywhere.
It hurts. It's hard. And when it finally feels like there might be a break, it's often just a pause before the pounding starts again on the other side.
Maybe you've felt like this too. Maybe you've wondered why things have been so hard for so long. Maybe you've questioned God's love for you. Maybe you've tried to run away from the "tender-izing."
If so, I want to encourage you and myself today. Our heavenly Father holds every tear we cry, He hears every prayer we speak or even think, and He gives us every breath we breathe.
God still loves us.
He still wants our best.
He is still in control of everything.
He still works all things for good.
There is a worthwhile result.
In the midst of the difficult process, I realized that the "tender-izing" actually had made my heart more tender.
In those moments when the pain would wash over me and tears flowed, I didn't think only of myself. I thought about others who were hurting. My heart filled with compassion for them. I prayed for them. I sent an encouraging message or let them know I was thinking of them. Somehow in the difficult process, in the midst of my own pain, God gave me more of His tender mercy for others.
And even when I cried out and told God how much it hurt, I knew that He understood. I knew that in the fellowship of Jesus' suffering, He was drawing me nearer to His heart. And I want to be close to Him. My heart longs to hear His voice, receive His comfort, experience His healing touch, and grow in intimacy with Him.
Maybe you prayed for a tender heart without knowing it might require a "tender-izing" process. No, the process isn't fun. It hurts. It's hard. But the result of a tender heart toward our Savior and others is beautifully worth it.
"Praise be to the God and Father of our Lord Jesus Christ, the Father of compassion and the God of all comfort who comforts us in all our troubles, so that we can comfort those in any trouble with the comfort we ourselves receive from God." -2 Corinthians 1:3-4
Ablandada
Mi mamá es una gran cocinera. Una de mis comidas favoritas que hace es el filete de pollo frito. Cuando solía ayudarla a cocinar, generalmente mi trabajo consistía en preparar la carne. Colocaba los trozos de bistec en una tabla de cortar, y luego tomaba el martillo y "golpe, golpe, golpe ... golpe, golpe, golpe." Luego volteaba el trozo de carne y "tortazo, tortazo, tortazo... wham, wham, wham."
Es un proceso ruidoso, y se necesita energía y músculo del brazo para seguir golpeando una y otra vez. Pero el resultado era que la carne se ablandaba. Finalmente, mi madre decía: "Eso es suficiente." Luego tomaba la carne, la cubría con harina y la freía. Francamente, creo que tenía el trabajo más difícil. =) Pero una vez que la comida estaba lista, el trabajo duro había valido la pena ya que comíamos el filete blando.
Si alguna vez has cocinado una comida como ésta, estoy segura de que estarás de acuerdo en que el proceso difícil vale la pena por el delicioso resultado.
Hay veces en la vida en que es difícil ver o recordar que el duro proceso valdrá el resultado.
Durante varios meses sentí que Dios me tenía en un proceso de lo que yo llamaría "ablandamiento." A veces me sentía como ese trozo de carne, con esas pequeñas perillas en el martillo golpeando la carne aquí, allá y en todas partes.
Duele. Es difícil. Y cuando finalmente se siente que puede haber un descanso, a menudo es solo una pausa antes de que los golpes comiencen nuevamente en el otro lado.
Quizás tú también te hayas sentido así. Tal vez te hayas preguntado por qué las cosas han sido tan difíciles durante tanto tiempo. Tal vez has cuestionado el amor de Dios por ti. Tal vez has tratado de huir del "ablandamiento."
Si es así, quiero animarte a ti y a mí misma hoy. Nuestro Padre celestial enjuga cada lágrima que lloramos, escucha cada oración que decimos o incluso pensamos, y nos da cada aliento que respiramos.
Dios aún nos ama.
Él todavía quiere lo mejor para nosotros.
Todavía está en control de todo.
Aún obra todas las cosas para bien.
Hay un resultado que vale la pena.
En medio del difícil proceso, me di cuenta de que el "ablandamiento" realmente había hecho que mi corazón se volviera más tierno.
En esos momentos en que el dolor me inundaba y las lágrimas fluían, no pensé solo en mí. Pensé en otros que estaban sufriendo. Mi corazón se llenó de compasión por ellos. Oré por ellos. Envié un mensaje alentador o les hice saber que estaba pensando en ellos. De alguna manera, en el difícil proceso, en medio de mi propio dolor, Dios me dio más de su tierna misericordia por otros.
E incluso cuando clamé diciéndole a Dios cuánto dolía, supe que Él entendía. Sabía que en la comunión del sufrimiento de Jesús, me estaba acercando a Su corazón. Y quiero estar cerca de Él. Mi corazón anhela escuchar Su voz, recibir Su consuelo, experimentar Su toque sanador y crecer en intimidad con Él.
Tal vez oraste por un corazón tierno sin saber que podría requerir un proceso de "ablandamiento." No, el proceso no es divertido. Duele. Es difícil. Pero el resultado de un corazón tierno hacia nuestro Salvador y otros vale la pena.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” -2 Co. 1:3-4